Bienvenido a la sección de relatos de Marcos y Laura escritos por Miguel Rodríguez Echeandía. Si quieres leer relatos de otras categorías puedes ir al blog pinchando aquí.
Foto de portada ©Ross Sneddon
Gilipollas
— Hasta los cojones, así que no preguntes. — Molesta, vamos —dice Marcos—, y digo molesta por usar un término suave. La chica le fulmina con la mirada, se sienta,…
El fantasma de las hostias futuras
El bar de Antonio parece más frío que otras veces. Está completamente vacío salvo por una mesa en la que Marcos y Laura aguantan como héroes homéricos ante la tempestad…
Quiero quejarme
— … y a ojo de buen cubero eso es todo lo que he pasado durante esta postpandemia, o semicuarentena, o llámalo como quieras. Porque me niego a llamarlo nueva…
Nos vamos todos por el retrete
Los coletazos de la tormenta todavía resuenan en el horizonte cuando Marcos llega al bar. Conoce el sitio de sobra, y por ello le sorprende verlo tan amplio, con enormes…
Tras la cuarentena
La libertad había convertido al populacho en una algarabía de mascarillas y distancias de seguridad en medio de la incertidumbre por el riesgo de repunte. Seguía habiendo casos graves en…
Manos
— No lo sé… sí, supongo… ¿A qué viene esa pregunta? Marcos se había quedado callado mucho tiempo desde su regreso del baño, y ante la insistencia de la chica…
A la fuerza ahorcan
La lluvia, fina y dura como una cascada perpetua, convertía la noche madrileña en una obscena discoteca de luces desenfocadas procedentes de faros, semáforos y rótulos de tiendas. La calle…
No hay certezas
Estaban los dos solos en el bar, con el camarero en la trastienda preparando algún pincho para los posibles clientes de última hora. Los dos mirando sus tazas vacías meditabundos….
Vivimos demasiado bien
La vio por el cristal de la cafetería y supo que estaba de buen humor. Se le notaba, o más bien él, que la conocía bien, se lo notaba. En…
Vive la résistance
– Elena se casa. Lo había soltado así, a bocajarro. Como si esas tres palabras encerrasen todos los problemas que asediaban su mente. – Bien por ella, ¿no? Marcos enarcó…