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Futuro

Llovía. Llovía mucho. Una nueva borrasca, o “DANA”, o como como quisieran llamarla los meteorólogos cruzaba España de parte a parte. Sin embargo para ellos, como para el resto de Madrid, simplemente llovía mucho.

En su hura habitual, acodados en su mesa habitual, Marcos y Laura esperaban a que les trajesen lo que habían pedido. Él, taciturno como siempre que el cielo se estrellaba contra el suelo en mil gotas de lluvia, estaba particularmente rezongón. Había iniciado sus protestas con asuntos familiares, luego con que se sentía solo, pasando después a que se iba a abrir Tinder y terminar poniendo verde a toda la clase política.

    – Te lo digo yo —farfulló señalando a su amiga con el índice—. Político e hijo de puta son sinónimos.

En ese momento trajeron la comanda: dos cervezas con una tapa de patatas con choricillo frito. Laura sonrió al camarero y alzó su copa esperando a que Marcos le imitase. Fue entonces cuando soltó la bomba.

    – Me han contratado.

La noticia pilló de sorpresa a Marcos, que a punto estuvo de dejar caer la cerveza. Al ver que no reaccionaba, Laura bridó ella sola y bebió esperando respuesta. Sabía que su amigo necesitaba un momento para cambiar el chip: del enfado y el ceño fruncido a la alegría por ella.

    – ¿En serio? —terminó por decir Marcos.     – Sí. Me ha llegado el correo de confirmación según venía.

    – ¡Eso es fantástico, ya sabemos quién paga la ronda hoy!

La naturalidad con la que lo soltó hizo que Laura rompiese a reír haciendo que la cerveza se le saliese por la nariz.

    – ¡Mira lo que has hecho!    

    – ¿Qué he hecho exactamente?    

    – ¡Hacer que se me salga por la nariz!    

    – ¿Y qué? Ahora tienes trabajo, ¡puedes permitirte otra!

La conversación se convirtió en un monólogo en el que Laura relató el proceso de selección, las responsabilidades del cargo y, sobre todo, las condiciones del trabajo. Conseguir empleo era importante, pero igualmente importante era saber si le iba a dar para vivir tranquila o no.

    – Tendré que seguir compartiendo piso, por supuesto.    

    – La vida no está hecha para la soltería.    

    – Eso va a ser… pero bueno, ahorraré dinero y en un futuro quién sabe.    

    – En un futuro –dijo suspirando Marcos—. ¿Habrá algún día en el que hablemos del futuro sin esa incertidumbre absoluta?    

    – El futuro es incierto.    

    – Me has entendido perfectamente.

Laura asintió y pinchó una patata.

    – Ese día no existe para nuestra generación, compañero —se echó un poco hacia adelante y le apuntó con el índice—. Y lo sabes.    

    – Ahí está el problema, compañera —contestó Marcos obviando el chiste—. Que lo sé.

 

Foto de portada: ©Elektro-Plan

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