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Los hijos

Marcos y Laura compartían un largo silencio tras la carcajada. El chiste era uno de los habituales, de los que componían el ritual de verse cada mes. En la mesa los vasos de cerveza se les acumulaban tras echarla larga; pronto deberían recogerse.

   – Mi padre ha ganado un premio.

   – ¿Sí? ¿De qué?

   – Algo de su estudio. Nosequé de diseño, cosas suyas…

   – Tu padre es un arquitecto que gana premios y tú lo desdeñas así… Cría cuervos…

Laura se encogió de hombros como si la cosa no fuese con ella.

   – Es ley de vida. Nadie es profeta en su tierra.

   – Eso es algo que he pensado muchas veces.

   – ¿Qué?

   – En lo injustos que somos a veces los hijos con los padres. En tu caso tu padre es un arquitecto estupendo, al que la gente admira y llama para pedir consejo, y sin embargo para ti sólo es ese señor canoso y con barriga que te echaba la bronca de pequeña.

   – Sí… puede… —asintió Laura—. Puede que tengas razón.

   – Claro que la tengo.

El camarero pasó a su lado preguntando si querían algo más. Ambos pidieron la última ronda.

   – Para el hijo de Michael Jordan, Michael Jordan es su padre. No hay fenómeno fan que valga.

   – En casa del herrero…

   – Pues qué mierda. De un lado de la puerta eres un dios y al otro los hijos te vacilan. No es justo.

   – Es que sólo faltaba, que no puedas ser normal ni en tu casa. Que no tengas que limpiar, recoger, cambiar pañales o aguantar al pesado de tu cuñado. Seas Michael Jordan o el sursuncorda.

   – También es verdad.

Marcos asintió dando su brazo a torcer.

   – De alguna forma habrá que enseñar humildad a la gente, ¿no? —dijo socarrón.

   – Los hijos de Ulises jamás se tomaron en serio la Odisea.

   – Bueno… —sonrió de medio lado Marcos—. Probablemente no hasta que fuesen mayores o demasiado tarde para decírselo a Ulises.

   – ¿Tarde?

   – Ya sabes… tarde.

Marcos se pasó un dedo por el cuello para acompañar sus palabras. Laura chasqueó la lengua y sacó el móvil del bolsillo.

   – Creo que…

   – Dime.

   – Creo que voy a llamar a mi padre para darle la enhorabuena como es debido.

El chico asintió dando un sorbo a su cerveza.

   – Es que hay que ver cómo sois los hijos…

 

Foto de portada: ©StockSnap

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