– Ah, y no te he contado la última.
– A ver.
– Te va a encantar.
Marcos y Laura apuran la cerveza antes de irse para casa. Llevan media la tarde hablando de su día a día, recordando correrías juveniles y comentando bodas, divorcios y proles de amigos comunes.
– Adivina quién vino el otro día a mi curro.
– Ni idea.
– Intenta adivinar.
– Pues… —Laura se pone las gafas de sol al salir de la cafetería— El Rey.
– Qué va… Ese todavía cae simpático.
– Entonces ni idea.
– El ministro. El de industria.
– Vamos no me jodas… ¿Y qué hacía en tu empresa?
– ¿Y yo qué sé?
Dejan pasar a una mujer mayor en un semáforo y siguen calle abajo con las indignadas réplicas de Marcos a las pullas de Laura.
– Entonces, ¿qué hizo el ministro? ¿Pasear?
– Había una reunión de estas de gerifaltes y allí estaba el presidente de la compañía con mi jefe y algún otro lameculos que quería figurar.
– ¿No te pusiste en la foto?
– De eso me duelen a mí los pies… El caso es que justo antes de la reunión me manda un whatsapp el jefe y me dice que le lleve agua.
– ¿A él?
Marcos frunce el ceño.
– Y al ministro.
Laura estalla en carcajadas y le pone una mano en el hombro.
– Escogieron al mejor para la tarea, ¿eh?
– Calla, calla, no me lo recuerdes. A mí, que me cae como una patada en los mismísimos.
– Desde luego —sigue riéndose Laura—. El aguador del ministro, oiga. Mi amigo es el aguador del ministro.
– Lo que hay que hacer por el trabajo…
– Y que lo digas… ¿hablaste con él?
– Que va, solté el agua en cuanto pude y salí de allí por patas.
– Hiciste bien, que todo se pega.
– Menos la hermosura.
La conversación mudó a otros temas hasta que, ya cuando se estaban despidiendo para ir cada uno a su casa, Laura volvió a sacar el tema.
– Oye, y volviendo al tema del agua…
– Ya sabía yo que no lo ibas a dejar pasar tan fácilmente.
– Que digo yo… le echarías algo al menos.
– ¿Qué?
– Al agua. Para que le diera una cagalera o algo así. Qué menos, ¿no?
– Si me hubieran avisado con más tiempo todavía, pero me tuve que dar una carrera de mil demonios para poder dársela a tiempo.
– Bah, qué forma de desaprovechar una ocasión…
– Anda, tira. Nos vemos pronto.
– Hale, aguador ministerial, ¡hasta la próxima!
Foto de portada: ©Life-Of-Pix
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Jajajajaja qué lástima una gotitas de evacuol o algo así.
Desaprovechada oportunidad, efectivamente.
Me ha gustado, como todos los relatos.
Sigue así hijo mío.
Un fuerte abrazo