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La Terraza

En julio Madrid se amuerma por el calor reduciendo su bullicio a los lugares próximos al aire acondicionado, la noche y el agua. Por eso Marcos, que acaba de empezar sus vacaciones, ha propuesto quedar a la caída del atardecer en una terraza junto a un parque. Es el lugar más fresco que se le ha ocurrido.

    – Lo dicho, que me iré a algún sitio pero todavía sin concretar.

    – ¿A hacer qué?

    – Descansar, que este año se está haciendo muy largo.

    – Pobrecito…

Laura pega un trago a la cerveza que tiene a medias dejándola lista para pedir la siguiente.

    – Y tú qué —pregunta Marcos—. ¿No te vas a ningún sitio?

    – Tendré unos días en agosto. Ya veré qué me invento, pero pinta que regreso a casa.

    – ¿Por Navidad?

    – También. Pero ahora con más calor.

Marcos deja su vino apañado y levanta la vista en busca del camarero.

    – Qué raro, no hay nadie sirviendo… —chasquea la lengua—. Me encantan estas terrazas para turistas borregos…

    – Pues el sitio lo has elegido tú.

    – Calla, calla, ya estoy cumpliendo mi penitencia… A mí mis padres también me dicen que si voy a ir. Qué pereza, la verdad.

    – Bah, entiéndelos, eres su hijo querido.

    – Sí, pero…

En ese momento pasa el camarero y Marcos se contorsiona en su asiento intentando que le vea. Tras no conseguirlo, vuelve a la conversación.

    – No es que no quiera verlos, es que quiero que mis vacaciones sean otra cosa.

    – Sí, pero para el crucero por el Mediterráneo o el todo incluido en Bali no te llega, así que mira a ver.

    – Es que…

    – Piénsalo así: ¿Cuántos años tiene tu padre?

    – Setenta y seis.

    – ¿Y cuántas veces le ves al año?

    – Yo qué sé… dos, tres veces…

    – Pues haz cálculos. Si le quedan más o menos diez años y les ves dos o tres veces… ¿Qué me dirías si te digo que te quedan 25 ocasiones para ver a tu padre en toda tu vida?

    – Joder, Laura…

    – Ni joder, ni jodamos. Es lo que hay, amigo.

Marcos entrecierra los ojos mirando al suelo.

    – Eso, rúmialo un rato, que es algo en lo que todos deberíamos pensar de vez en cuando —le dice ella levantándose—. Y ahora me voy al baño a ver si en el camino pillo por banda al camarero y nos trae otra ronda para levantarte el ánimo.

 

Foto de portada: ©Marvin Meyer

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