fbpx

La forma de hablar

El refinamiento de la lengua, su estudio profuso y su dominio, daban innumerables posibilidades al discurso. La dialéctica, la lectura, el esfuerzo por mejorar… a través del uso del lenguaje se podía diferenciar al docto del lego, al ilustrado del necio, y por ello a su par iría el respeto, la y el reconocimiento social. La forma de hablar, en definitiva, era de suma importancia.

La reflexión, otrora considerada primordial antes de elaborar el discurso, fue sin embargo arrumbada a los laterales de la construcción cultural en todas las capas sociales. La necesidad de terminología apropiada para abordar temas abstrusos siempre ha requerido de tiempo y reposo, de no prodigarse en simplezas y argumentos fáciles. Y para ello era necesaria una complejidad de ideas que sólo puede proveer un léxico rico y variado. Porque es imposible pensar sin límites con un léxico limitado. Ahí radicaba el problema.

Poco a poco los usos complejos se fueron abandonando. Las frases elaboradas dejaron de resultar útiles para hacer frente a las nuevas necesidades que se iban creando. El discurso complejo, profundo, fue dando paso a uno más sencillo, ofreciendo a los problemas soluciones fáciles de comprender. Los líderes redujeron su autoexigencia porque el pueblo dejó de exigirles. A dificultades complicadas, soluciones simples. Y a la gente le encantó.

Ya no había que esforzarse. Ya no había que reflexionar. Todo era mucho más simple, resumiendo las dolencias en simples frases que compartir a través de una pantalla. Las relaciones se simplificaban, los argumentos disminuían. Y el lenguaje no pudo evitar verse afectado, limitando su extensión según se reducían las ideas de las personas.

Pronto se perdió el gusto por esforzarse en comprender los pensamientos ajenos. La razón se puso en duda. El sentimiento fue norma, fuese real o no. Las relaciones humanas se simplificaron. Y todo aquello que suponía algún inconveniente se apartó para evitar el sufrimiento.

Poco a poco las personas se fueron olvidando de cómo escribir. De cómo comunicarse de una forma efectiva. Las normas más básicas se ponían en duda. Las frases se hicieron más cortas, y con ellas las ideas. Las palabras fueron limitadas y la censura se impuso. La gente, sin darse cuenta, limitó sus vidas.

Empezó a dejar de llamar a las cosas por su nombre. A perder el humor y la ironía. No podía haber dobles significados. Ninguna referencia fuera de contexto.

Empezó a no poder escribir. A no poder pensar.

A no nada.

 

Foto de portada: ©Nile

¿Te ha gustado el relato?

Deja tu opinión en un comentario o si lo prefieres cuéntamelo en Twitter o Instagram.

Y si quieres más puedes descargarte mis libros Confinados y Un día en la guerra totalmente gratis en esta misma web.

¡Disfruta de la lectura!

1 comentario en «La forma de hablar»

Deja un comentario