– ¿Y esta carpeta?
– Es donde papá guardó los papeles del abuelo.
El padre de Jorge acaba de fallecer y, una vez pasado el luto, ha conseguido armarse de valor y ponerse a revolver entre sus cosas para decidir qué se tira y qué no. Hay que vender la casa cuanto antes y con los recuerdos de toda una vida dentro es tarea imposible.
– Pues a ver qué nos encontramos –dice Elena, la hermana de Jorge-, que si papá era Diógenes, el abuelo ni te cuento.
– Ya… ya…
– Pues abre y vamos a ver.
En un armario de la habitación de invitados, en la doble puerta inferior, tres carpetas descoloridas y con las gomas pasadas custodian la herencia en papel que había pasado de padre a hijo.
– Buá, papá no abrió esto en su vida.
– Y que lo digas.
– Pues si él no hizo ni caso a estos papelotes, nosotros…
– Vamos a echar un vistazo –dice Jorge pasándole una carpeta-. Igual hay algo interesante.
Jorge mira a su hermana y comienza a explorar.
– ¡Madre mía! –exclama sacando el primer papel de su carpeta- ¡Es la hipoteca del abuelo!
– ¿El abuelo tuvo hipoteca?
– Eso parece… de 60.000 pesetas, ahí lo tienes.
– ¿Y eso cuánto es?
– Pues 360 euros, sin contar la inflación…
– Pf… ¡igualito que ahora!
Elena sólo encuentra facturas antiguas, algún telegrama de trabajo y billetes de tren viejos.
– Bien podía papá haber tirado esto, coñe, que sólo son mierdas.
Poco a poco los papeles van pasando de las carpetas a un montón, todos desechables y sin más interés que la anécdota. En 10 minutos han terminado.
– Ni una foto, ni un documento relevante… nada. Sólo burocracia con más de cincuenta años de historia.
– ¿Por qué guardaría esto papá?
– Pues porque le recordaría al abuelo, yo qué sé… le haría sentir conectado a él…
– Pues vaya chufa… Yo no quiero guardar sus facturas viejas.
– Ni yo.
Los dos se miran, vuelven la vista hacia la pila que forman los papeles del abuelo, y se miran de nuevo.
– Entonces… a la basura, ¿no?
– De cabeza.
– Ahí terminan los recuerdos del abuelo.
– Como tres carpetas de papeles sean lo único que haya podido dejar una persona tras su paso por aquí, poca persona sería.
Elena le mira y asiente.
– Pues también tienes razón. Que del abuelo ya estamos nosotros como prueba.
– Eso es.
Foto de portada: ©Alexander Grey
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Se me queda corto, tienes que continuar unas 500 páginas más.
Estoy entregado!!!
Un abrazo
Si…es lo que queda…pero en esta etapa nueva …sin papel…nos queda la «memoria»..
Y quien la pierda?….
El papel escrito represénta recuerdos …