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¿Dónde estaba la música?

Me desperté tarde esa mañana. Había tenido concierto la noche anterior y después tomé unas copas con los compañeros de sección. Primero al Rojo y luego al Garaje Hermético. Lo normal.

El mareo al levantarme fue la primera señal de que algo no andaba bien. No había bebido tanto como para tener esa resaca; la ginebra que pone José, el camarero del Hermético, es de calidad. La mía al menos, que soy cliente habitual. Por eso sé que el mareo no era producto del alcohol sino de algo más. Algo extraño que me puso los pelos de punta.

Encendí la radio en cuanto llegué a la cocina, y para mi sorpresa sólo escuché el visveo crepitante del hueco entre emisoras. Segundo aviso del día. Por aquel entonces yo solía tener sintonizada una emisora de música clásica o de rock permanentemente, y sin embargo sólo oía el sonido de la frecuencia vacía. Cambié a un programa de noticias y me puse a desayunar con mal cuerpo.

La voz del locutor desgranaba la actualidad de forma monótona. Demasiado monótona. Un silencio ensordecedor envolvía la apática ristra de problemas políticos, económicos y sociales. Tardé un buen rato en darme cuenta: El problema no era la voz, sino el silencio que la encerraba. No se escuchaba ni la más triste musiquilla de fondo. Nada. La boca se me secó de golpe.

Me abalancé sobre la radio y moví el dial. La siguiente emisora se sostenía sobre el mismo odioso sonido hueco alrededor de los presentadores; y la otra igual, y la otra igual… ¿Dónde estaba la música? ¿Por qué no había música?

Las manos empezaron a temblarme al encender la televisión. Vi series, películas, informativos, programas de entretenimiento… Todos exactamente igual que siempre, con sus mismos presentadores, concursantes y actores. Y todos con una cosa en común: nada de música.

Del altillo saqué una de mis viejas películas en DVD, enchufé el ordenador y la puse. Los diálogos, los subtítulos, el menú inicial… nada había cambiado. Pero no había música.

La temblequera me sacudía. El sudor se asomaba a mi frente. ¿Dónde estaba la música?

Busqué en internet, en Youtube, en Vimeo… nada. Ni rastro de los Beatles, de Rosalía o de la Filarmónica de Berlín. Spotify no estaba instalado en mi ordenador. Mis programas de edición de partituras tampoco. Me estaba volviendo loco.

Me acordé entonces de mi colección de vinilos. La guardaba en el estudio, donde tenía el equipo de música. El armario estaba vacío. Los cascos y bafles seguían allí, pero no el reproductor ni los casi doscientos elepés que atesoraba. Ni rastro de Deep Purple, Jimmy Hendricks, los Rolling, los Beatles, Bernstein, Abbado, Karajan… ¿Dónde estaba la música?

Un latigazo interno me recorrió de pies a cabeza dejándome clavado en el sitio. No me atrevía a mirar, ni siquiera por el rabillo del ojo. En el suelo, junto a la puerta, estaba la mochila con mi flauta. Respiré hondo varias veces antes de atreverme a cogerla. Pesaba muy poco. Dolorosamente poco. Notando cómo las lágrimas se me amontonaban en los ojos abrí la cremallera y metí la mano. Llegó hasta el fondo sin toparse con nada.

No había partituras.

No había flauta.

No había nada.

Me dejé caer y lloré y lloré tirado en el suelo con la mochila entre las manos. Intenté acordarme de lo que había tocado la noche anterior y no me vino nada. Traté de tararear alguna melodía y no pude. Intenté mover los dedos como lo hacía sobre las llaves de la flauta y no conseguí coordinar ningún movimiento. Sólo una pregunta me obsesionaba, una pregunta que cada vez me costaba más recordar perdida entre los recovecos de mi mente.

¿Dónde estaba la música?
¿Dónde estaba la m…?
¿Dónde estaba la…?
¿Dónde estaba…?
¿Dónde?
¿Dónd…?
¿…?

 

Foto de portada: ©Priscilla Du Preez.

 

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2 comentarios en «¿Dónde estaba la música?»

  1. He sentido ansiedad al leer tu relato, que miedo que nos faltara la música.
    Se nos irian los sentidos,los sentimientos los recuerdos una canción un momento o viceversa.
    Que lo lea todo el mundo y que por un momento piensen que seria la vida sin MÚSICA DE TODOS MODOS.
    PSM

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