Ella es una chica normal. Al menos así es como se ve cuando se mira al espejo. Normal-bien en el mejor de los días y normal-mal por la mañana si todavía no se ha tomado el café, o cuando las hormonas le juegan una mala pasada y un grano hace aparición entre sus cejas, o si cualquier otro motivo hace que su autoestima tome el camino incorrecto. Incluso cuando tiene motivos para sentirse orgullosa de sí misma, el síndrome del impostor hace aparición para amargarle la fiesta. Y es que las razones para no gustarse ganan, habitualmente, a las que tiene para gustarse.
Lo que ella no sabe es lo mucho que vale. Lo orgullosa que está su familia de ella, algo que igual no dicen pero que se asoma al rostro de sus padres cuando vuelve a casa de visita. La importancia que tienen los años de estudio y preparación para ser una profesional competente, esa profesional que ella misma no ve pero que da la cara día a día solventando la papeleta con tesón y ganas. Impasible ante la vaguería y dejadez de los compañeros y de un entorno que se empeña en ponerla por debajo de donde realmente está.
Tampoco ayuda a tener días buenos el espejo de su casa, ese que por mucho que se arregle, busque la mejor forma de maquillarse o haga ejercicio, deforma su figura hasta el esperpento. La imagen que se refleja, que no ve nadie más que ella, no hace justicia a su piel suave, sus ojos brillantes o su radiante pelo rizado. Quizá es por eso que es una chica reservada, de las que no se fía de primeras. Le cuesta soltarse, pero cuando lo hace regala una sonrisa tierna e inocente que tampoco ve en el espejo; una que hace que la gente se sienta feliz de estar a su lado.
Por supuesto hay días en los que la presión es demasiado grande y tiene que esconderse durante un rato, olvidarse del mundo y dejar que el mundo se olvide de ella para poder seguir adelante. Esos son los más difíciles, pero siempre consigue sobreponerse: se recoloca el pelo, se suena la nariz y se pone a hacer aquello que debe.
Sin embargo hoy es diferente, porque hoy más que nunca tiene motivos para llevar la cabeza bien alta. Hoy ha ganado y eso no puede quitárselo nadie. De ahora en adelante podrá sumar esta victoria a las que guarda en el zurrón de la memoria y usarla para encarar cada día con la mejor de sus sonrisas.
Foto de portada: ©Ajay Goel
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Preciosa descripción de una persona afectada de cariño..enhorabuena, sigue así adelante….sin desfallecer…